Aumento y falta de monedas

Como todas las mañanas, Emilio Sánchez, se toma el tren desde la estación de la lejana ciudad de José C. Paz hasta Retiro. Negándole el boleto si no abona con monedas. Pero esta odisea continua, ya que desde allí debe concurrir a la papelera donde intercambia su fuerza de trabajo por dinero; esto utilizando un colectivo y gastando aun mas valiosas monedas, ya que todos sabemos que solo se abona con fichas de cobre y no con papelitos.
Bueno ahora pasemos a las preguntas retóricas de rigor. ¿Por qué hay escasez de monedas? Pues, es la sencilla respuesta que todos conocemos; que los colectiveros o mejor dicho, los burócratas del colectivo; las guardan para luego poder vendérselas a los comerciantes y/o usuarios. Esta venta tiene un precio de 4% de interés sobre el monto total de la venta. Por ejemplo, si quiero comprar $500 en monedas me cuesta $520 en billetes. Ahora dirán “es una cifra escasa”, si, tal vez lo sea; pero agrandemos los números. Supongamos que en una línea de colectivos viajen 2500 personas diarias y que abonen el boleto mínimo de un peso, tendríamos $2500 diarios, que en 30 días serian $75000 y adivinen cuanto es el 4% de esa enorme cifra, es $3000.
Así de claro $3000 que quedan para los mafiosos (Sindicalistas) de las empresas de colectivos. Estos se engordan sus excesivos patrimonios con la sangre de los trabajadores y comerciantes.
Luego de que ocurriese esto, adivinen lo sucedido. ¡AUMENTO! El famoso aumento de 20% del boleto. A pesar de los subsidios millonarios que reciben del estado. Es mas, los subsidios millonarios que pagamos con nuestros impuestos, todavía quieren auméntalo. Y lo hicieron.
Pero esto no es lo único malo que sucedió. Desde el día del aumento y hasta hoy mismo, en los colectivos que viaje (Línea: 17, 22, 148 ,178 ,45) ninguna tiene el diagrama de esquema sobre el costo del viaje. Es decir el papel donde dice cuanto tenemos que abonar para ir al destino. Lo han quitado para poder cobrarnos siempre el boleto máximo. Todos sentimos odio cuando el colectivero nos dice “¿Adonde Vas?” cualquiera sea la calle que digas es siempre, $1,20; $1,40, $1,60. Ahora encima de todo, parece que van a achicar los cambios de boleto para cobrar siempre uno más costoso.Espero que el estado tenga pronta solución del problema y que no haga como siempre que la Reina Cristina quiera ocultar toda la verdad.


Leonardo R. Colibazzi

Canción del delirio

Estaba yo aquí, seguro de haber hallado cuanto sea que busque ya, infiltrado de manera especial entre las masas, pero alejado, quizás un poco, de aquella, toda y rotunda, realidad existente, desahuciado, preocupado, centrado en aquellos aspectos que al azar interesan aún siquiera a aquel que arroja enigmas sobre un futuro contendiente, aquella, esta vida, la misma generaba en mi un nuevo interrogante, y me lo he planteado cuando ya estaba en mis cabales, pero ahora insano canto, para olvidar, pero canto al fin, y mis canciones llegan al alma, o al menos eso dicen, y si no me han encarcelado ha debido ser por que mi sentimentalismo esta por encima de las pasiones de muchos, otros, intelectuales como no, pero diferentes, en cuanto a aspiraciones literales, por que en lo que respecta a romanticismos son todos iguales, y pensar que caí en la cuenta de que me estaba volviendo loco justo antes de que mi ego empiece a hincharse, y ahora soy rentable, si, ahora soy poesía, yo, ¿por qué yo?, yo, y así y todo saben que veo esa realidad, está aquí también, la mamo, que querés que te diga, la mamo, y como la mamo la sufro como todos, quizás más quizás menos, pero la sufro, y me aterra, si, me aterra, todo como a ustedes, que querés soy humano, y así piense que estoy loco, sea rentable, sea romántico, sea poesía, soy humano, y vivo, amo, corro, juego, escribo y canto, si, canto, como nadie canto, canciones como ninguna, y tengo seguridades, pero no paro de sentirme perseguido, me gustaría que se apague, ya, toda esta locura que llevo dentro, dejaré de ser poesía, de ser todo lo que soy ahora, hasta inclusive deje de ser humano mismo, este loco que llevo encima tiene sus limitaciones, pero, ¿qué digo?, sacando cuenta de mis afirmaciones, ¿estoy diciendo que la locura se va con la vida?, y, entonces, ¿me mato y la locura se me va?, adiós poesía, adiós rentabilidad, pero no voy a seguir perseguido al menos, eso me aliviaría, te juro, lo haría, ¿y si me llevo esta locura al alma?, ¿qué pasaría?, ¿qué te pasa? no te rías, es triste, para mí esto es cosa habitual, en que me gasto, no sirve, es siempre lo mismo, me borro, mejor me dedico a crear figuras, eso me tranquiliza, de las figuras haré una canción, de esa canción tomaré la esencia, tratando de representar ese todo que anhelo, pero lo veo mío, soberbio pero todo mío, la magnitud concebida por mí, ese todo hecho canción, la canción de mi esencia, la canción del delirio.

Sordos al diluvio de realidad

Divagando entre sábanas obtuve la respuesta a un problema tan general como existencial, pero no es que de peque inquisidor al analizar una cuestión que se ha discutido infinidad de veces y en tantos ámbitos, sino por que ha golpeado a mi puerta una herramienta que me ha llevado a reflexionar al respecto, y sobre muchos aspectos a la vez. Me ha llegado a mí, que variadas situaciones me han llevado a cuestionar la historia misma de mi vida, quizás con el fin de compararme con algún estándar de joven actual o por el mero hecho de ridiculizar mi posición entre los que me rodean, yo, que tuve que sentarme a reflexionar que cuestiones, o mejor dicho que patrones, debo modificar, que me he autodefinido como atrasado a los tiempos que estoy viviendo, si atrasado, y a que me refiero con esto, a que siento que no debí nacer en estas fechas, que estoy viviendo una época impropia, y que comparado con aquel que vive adelantado, el cual goza de la admiración de ese que solo entiende el valor sentimental de lo que genera, sufro la ignorancia ajena de mis aspectos más destacables, y que muchas veces me veo eclipsado por mis motivaciones carismáticas al respecto de la situación, en la eterna búsqueda de sentirme comprendido, sabiendo que al hacer un esfuerzo extra, cualquiera sea el caso, terminaría agotado y no tardaría en mostrar mi naturaleza reprimida, que se simplificará, tal vez, en un velo de sensaciones nostálgicas. Pero la vida me ha dado revancha y para demostrarlo compararé mi situación con la respuesta al interrogante que antes había propuesto. Que pasaría si todos nosotros pudiésemos adivinar nuestro futuro, a que nos tendríamos que enfrentar si sabemos lo que va a suceder luego, y, atacando cuestiones que conllevan un orden social, como puedo yo relacionarme con una persona sabiendo que me va a decir o que va a hacer, y que implicancias tendría en la universalidad de hechos y derechos que disponen el mundo. Convengamos que el poder de adivinar el futuro es, a niveles descomunales, tan grandioso como aterrador, y si bien el destino define el curso de nuestras vidas, al poder adivinarlo todo, el ser humano perdería su capacidad de reflexionar, la virtud de la esperanza, inclusive del optimismo mismo, al conocer su propia muerte, no solo buscaría la forma de tener que prescindir de semejante don, sino que se volvería poco a poco un sujeto asocial y moriría por ello. A todo esto se preguntarán que relación existe entre mi problema y la cuestión que acabo de analizar, y, tal vez lo más importante, que quiero dar a entender con lo que expreso. La respuesta está fundada en la importancia social que tiene el asunto y no es una semejanza sino un incentivo a mis pavores más románticos. El atrasado, ante una situación de incomodidad, buscará la forma de afrontar aquella situación que dispara una realidad terrible y le manchará la cara infinidad de veces, se sentirá insatisfecho, pero así pase momentos difíciles, cuenta con la virtud de la esperanza, esperará siempre a que los tiempos se adapten a él o viceversa, de la reflexión, buscará la forma de sentirse correspondido y del optimismo por que visualizará, así sea una vaga y mal fundada filosofía, tiempos mejores.

Juan Pablo