Vení y probá

Esta permitido que indague en tus prominencias
Es normal que aflores primero tus incontinencias
Es vicio muy pronto el hacer de la lengua
Es ley que sea yo el jinete y vos la yegua.

Cosas que te pasan cuando estás vivo

En la piel del renacuajo, entrego horas de diversión absurda en palabras cómicas que cantan la vida de una desgracia por merecer.
Y en una de las conspiraciones más a menudas, mi cerebro se destapa de ambigüedad por todos los recovecos del absurdo, y sin pensarlo dos veces, atestigua defendiéndome de un complejo literario que trataré, no me encerrará en lo modesto del lenguaje. A saber, hacer creer que somos parte, por derecho adquirido y rasgos en penumbras de una pobre imitación, de una tribu en desuso, también es ser snob.
La ley de atracción, punto aparte.
Complicado ser un poco lo que ellos pretenden. Complicado estar en un lugar cuando la mente está en otro. Pero es que no existe una empatía para todo lo que implique el rastro que deja el corazón. Y si vamos dejando cabos sueltos, y si ponemos en tela de juicio todo lo que nos pasa, es porque nosotros tampoco logramos comprender de qué se trata todo esto. La paz, esa que no se busca en la fragilidad de un amor infinitamente correspondido, sino en lo que asegure, como en etapas místicas de un poderoso reflejo del descanso, el pasar de un buen momento. Está condenándonos a seguir caminos sinuosos en donde la tortura se hace flor de piel, y en donde la intranquilidad es parte de nuestro accionar producente.
Somos cómplices de que existen, en demasía, las palabras que ejemplifiquen el desarrollar de buenos momentos. Somos testigos, lo venimos siendo desde hace mucho. Hemos perpetuado la filosofía melódica del romanticismo hasta convertirla en una psicología, quizás hasta estas alturas de forma inversa. Hemos adquirido el sentido y creado una formula que tiene que ver, y está muy de acuerdo, con mantenerse a la vanguardia pese a que siempre se trate de lo mismo. Pero reconozcámoslo, nos gusta.