Ellas, Ellas, Ellas..

Me acercó con cautela al agujero que creo es el nido que busco, llevo horas caminando, esta será mi primer parada, pienso, como no dejo de hacerlo desde que empecé con esta aventura, no es que esté ansioso, pero como decirlo de otra forma, percibo curiosidad misteriosa, debilidad por lo desconocido. No me llegan imágenes agradables, desborda de gris, lo que va de la travesía no me alienta y eso que me contaron-supuse-imagine dejó de esperanzarme, mi cabeza resbala por un rió de inquietudes con un poco, lo justo, de incertidumbre.
De pronto una conjunción de luces de colores impactan en mis ojos al tiempo que van tomando, para mi entera contemplación, forma de espectacular figura femenina.
La ansiedad se hace piel, se transforma en obsesión, necesidades carnales desenfrenadas, por que soy hombre, por que es lo más agradable que el oscuro recorrido me ha dado hasta el momento, por que no es lo que busco, ¡pero que relajo!, una mujer, o varias, las mejores, más bellas y luminosas.
Me acarician el rostro y me embriago con sus piernas, de sus alas rehuyen flores, las más hermosas, colores por doquier, y mi universalidad tan estridente, tan melodiosa, tan tangible, la falta de oscuridad invade mi alma, mis ángeles; cinturas de avispas, senos desnudos, curvas de ensueño, muslos petulantes, brazos anfitriones, sus frutos al descubierto, me invitan a probar aquello, mastico como si fuese el mejor bistec y bebo como si fuese el mejor vino, mi lengua está en su salsa, el mejor dulce de leche, sus vientres, ritual, me pierdo, me alejo, olvido.
Todos los sueños, perdidos, olvidados, destruidos, desechados.
Todos los planes, inútiles, vacíos, triviales, dañinos.
Todas las facultades, inmaduras, desdichadas, abandonadas, olvidadas.
La naturaleza, amable, sensible, tangible, accesible.
Las mujeres, bellas, luminosas, desnudas, enteras.
Mi trono, todo, en pedazos, a todas ellas, las mujeres, mujeres y más mujeres, castillo vendido, vencedores vencidos.