La ñapi a mamá. Que sea tuya la generación.

Apetito por la destrucción en un sentido ambiguo y tolerable. Una joda de rutina para los normalistas, un no me vengas con tu tristeza que ya bastante tengo con la mía.
Y te tengo una buena noticia que va a llover tantas esperanzas como odios, habíamos estado tanto tiempo callados que entendimos lo que se siente ser privilegiados en el silencio. Ahora, que nos llegan lo masteres en indiferencia, nos convertimos en poetas malditos. Somos la peña de vocecita débil que lo intenta muchas veces y de veras porque nunca tuvo eso, que le dicen la cuestión, y quiere respuestas propias. Que se calla un tiempo para ver quien sobrevive al químico y se nos une para seguir intentándolo. La que se juega, porque la que se la banca se quedó en la banca. Aunque nos cueste encontrar el rumbo y caminemos todavía como vos, borrachos y eructando, sintiéndonos héroes grasientos pero reconociéndolo.
Cada vez nos parecemos menos, porque la masa discrimina fulero ahora y nos dimos cuenta que la alegría no se compra sino se gana, y se aburre de la gente que la pasa bien con lo que queda y se sigue divirtiendo sin saber que está celebrando. Para esos manejamos a la perfección una mueca, que ellos mismos conocen muy bien, y que los deja calentitos con ganas de irse a la mierda. Porque no pueden decirnos nada porque realmente no entienden nada.
Acá estamos de vuelta y nos hallamos emergiendo. Estamos escuchando, leyendo, interpretando y contando otra historia. Somos fieles a lo nuestro y tradicionales a los que queremos con locura estética. Nosotros no mamamos, y si lo hicimos lo transformamos en códigos malditos. Ahora sacanos la ficha si podes.

Cuando yo siento que me pasa algo pero no me pasa nada. (Síndrome del todo bien)

Enfoques desde el primer café del día, recordando momentos por las cosas que los remontan, pensando en todo por ser nada que aparentemente valga la pena en este mundo de hoy, mintiéndonos y engañándonos a nosotros mismos. Nos queda el optimismo.
Y es lógico que me ponga triste pero lo cómico es como a veces trato de justificarlo. Que pasaría si un tipo como yo se topara con otro tipo como yo. Un mar de dudas en el PONELEPESO. El proceso para crear nuestra personalidad es algo que parece no tener un fin lógico, previsible, y cuando más disconforme se siente uno con ello, más lo asalta el tiempo y sus consecuencias.
Pero que a la ligera se mueven algunos. Es tan abstracto y tan inseguro que nos oculta la información, de forma inteligente, evitando que nos copiemos con fin de reproducirlo. A saber, de las libertades de prejuicios sólo gozan algunos, y los pocos que nos sometemos al calvario de lo que implica, pensamos que la mejor forma de resolverlo es eliminando la intolerancia. Pero como vería el ciego que el mudo está intentando hablarle.

Planeta rock

Humildad, el descargo de la intolerancia, ya me calle y vamos por más.
Completamente oculto me quiero volver hombre, en serena disputa con los acordes típicos, asumiendo la pauta de vivir y dejar vivir.
Caminando lento me ahogo en una presentación a escala, es decir un primer intento de ver como planeo mi próximo cambio para seguir siendo yo, el mismo de siempre es otro envase modal. Siempre fue así, jamás tuve que esperar a que nadie me diga como tengo que accionar los botones. Fué mi propia voluntad, que me hizo caer un centenar de veces para repetir el proceso, la que me dictó lo que les estoy contando.
Aunque en todo caso me disponga una medida de necesidad a los ultrajes de la incapacidad, yo me autoimpongo un método práctico que consiste en ser aceptado en primera instancia, y a ser echado en segunda. Pero con salvedades, sabiendo que palanca bajar para pasar al siguiente portal.
Y aun así vos pensas que yo no te quiero, pero no es sino que no me sirve tu compañía, tardar más en reconocerlo favorece a mi impuntualidad para saborear otras lenguas nuevas y en mayor medida atractivas. Pero no te culpes, después de todo no es una cuestión de intolerancias ni conciencias, sino una cuestión de plazos. A todos nos toca, a todos nos pasa, todos lo hacemos y todos sufrimos porque no nos gustan los cambios, no nos gusta que nos hagan lo que nosotros no podemos evitar hacer.
Y me planteo un sinfín de oportunidades basadas en mis propios sentidos, una puerta al mundo desconocido en donde el hablar sea innecesario, donde el meditar sea costumbre y donde la experiencia sea el motivo de vida.
Pero mi propio calvario se desvanece de pronto con un par de caricias sufridas cuando las alcanzo. Y entonces me pregunto, donde encuentra mi pluma el pulso necesario, donde me libera la suerte y las ganas de hacer las cosas bien a menester de aprobación, si me la paso esquivando las caras de los que intentan saludarme y que se deprimen e intentan comprenderlo como si yo pudiera dar, aunque sea, resumidas cuentas amistad. Como me sumerjo en mis imágenes si a cada día que pasa busco perfeccionar eso que busco para que nunca se vuelva realidad y seguir condenado a vivir de consuelos. Vos sabes muy bien que yo me muero por saberlo.