¡Yo te quiero!, tú... ¿Me quieres?

Y aquí estoy bajo la luz de los ojos que enjuician, acaecido ya el amanecer, y sigo bailando por querer emocionar ausentes.
Bajo esta culpa que solo yo siento, estoy viviendo temerariamente una atrocidad silenciosa, que tiene que ver con mis escrúpulos tan poco orgullosos e inocentes al respecto, puesto que, en la incredulidad de mis sentidos, desarrollo a pleno, y sin quererlo, mi sentimentalismo incomprendido, segregando las sustancias que me identifican y me llaman particular a fuerza de comprensión y sinceridad absoluta, en austeridad sospechada, a mi juicio, de querer sobresalir sin sentirlo.
Y e aquí un dilema, el querer o el sentir. Eso intento, y sincero ante ustedes, la difícil explicación de estas sencillas labores. Y ya yo, enteramente en la punta de todo caudal de lágrimas, alegres o no, contando los días y resumiendo las actitudes, juzgando con el dedo temeroso de fallar al encontrar el verdadero sentido de la vida que anhelo. Y Nuevamente esos dos caminos tan dispares, el querer o el sentir en el recuerdo de mis paseos, el hacer del corazón o el que nos provoca la vista, la marcha de los pensamientos de ese que juzga y prejuzga o el juego independiente de superar lo permisivo a nuestro gusto.
¿Me quieres querer así o debo hacer que me quieras?, pues si tu quieres puedes quererme, pero yo te quiero aun así no quisiera quererte, el quererte me hace bien, pues querer a alguien es hermoso, más yo te quiero y no quiero, que por quererte tanto dejes de quererme.