Yo no quiero volverme tan loco

Me pregunto acerca de la vida y encima se me vienen algunos miedos que por ser viejos dejan de ser reales. Pero como todos saben los límites de la fragilidad que nos define como humanos, no siempre son exactos, y a fines de conocerlos es que intentamos reconocer nuestros miedos.
Pero los míos me son tan ajenos que no puedo verme al espejo evocando otra figura que la de un preso de ciudad, y mis límites se estrellan contra la libertad, al punto que comienzo a sentir la fatiga de la búsqueda de como poder volar.
¿Qué tan distinto es eso distinto que busco, y que sentido tiene el sentido que anhelo?
¿Por qué no puedo saber lo que quiero, y por qué busco lo que busco?
Pero el dejó existencial que tienen mis interrogantes es totalmente circunstancial, describe, en parte, ese abismo que deseo cruzar, y que aún reconociéndolo abismo, se me hace finito, posible, alcanzable.
Sin embargo, pese a que no lo sienta sencillo, me niego a dejar mis ideales, los valoro aún más que nunca, y no espero encontrar unos nuevos. De mis blandas fuerzas surge un sentimiento que me opaca los más pesimistas sucesos de mi vida, que me enfrenta con el pájaro en el más soñador de sus vuelos, que me acerca a lo inalcanzable, a esos pequeños aciertos que se reconocen por sentimentales. Y me pregunto ¿es acaso mi entorno lo suficientemente sentimental como quisiera, es que debería ser el sentimentalismo aquello que anhelo? Y esto, pese a que soy optimista, es lo que más me cuesta contestar.
Mi forma de encararlo me enfrenta al sabio, que por ser sabio es loco, y por ser loco es ajeno, y aunque yo no lo fuera, si volverse uno implica ser en exceso tan sentimental, tan extra perceptivo como quisiera, ese vuelo me encontraría entero.
Pero hay un dejo de soledad temerosa en aquello, y la misma inseguridad de siempre, hace eco en ese entorno reflexivo que lamento, y es que aún sabiendo lo que me toca, ese vuelo me abandonaría entero al mismo tiempo que me hallaría a pleno.
Es que si mi sueño eterno me mantiene al margen, y ese viaje suena verdadero, el ser ajeno se tornaría lastimero, y aquel sentimentalismo me volvería ciego a todo aquello que me rodea.