Frutillas en compota

Árbol, oja, salto, luz,
aproximación,
mueble, lana, gusto, pie,
te, mar, gas, miradas
Nube, loba, dedo, cal,
gesticulador,
hijo, cama, menta, sién,
rey, fin, sol, amigo, cruz.
Alga, dado, cielo, riel,
estalactita, mirador, corazón.
Hombre, rayo, felpa, sed
extremidad, inslación, parecer.
Clavo, coito, Dios
temor, mujer, por.

Feliz cumple nena!! sos todo ése conjunto de imágenes, sos todo, sos mucho!!..

Te quiero muchisimo!!

Que aprenda que ésto no lo hago con cualquiera

Haz de tu elixir un perdón de recursos ilimitados, y que la alborada de lo imprevisto me aborde hasta hacer de mí un sucio presagio.
Que fructífera fue la divina comedia, que ya puedo imaginar a mi próxima víctima tan humana como quisiera que fuera.
A saber, el juego de los ciegos termina destruyendo lo que alimentamos, y las pautas de lo raro suelen ser el principio de un organigrama que me lleve a determinar que cosas forman eso que me interesa.
Somos cómplices los dos, y al menos se que huyo porque sueño que te amo. Porque todo lo que fui se vio vendido al egoísmo que me caracteriza, formando parte de lo que intentaba condenar.
Que me sirva de análisis para no ser el primer beso el que acaricia los cortejos. Que siempre supe que el amor no era lo mío, que siempre supe que lo sufro con silencio.
Hoy en la noche brilla su heroísmo, pero no puedo dedicarle siquiera unos versos. Más quisiera que no lo mereciera pero lo hace. Cree que entiende pero no se anima a decírmelo, y desencajo la bandera antes de terminar por contárselo.
Soy el factor de error en el programa de los tormentos, y aunque sin saber de que se trata el destino, reconozco que corro con ventaja por haber salido herido. Ahora puedo ser yo mismo en otro envase que me quemará por siempre. Ahora ya puedo intentar interrogarla en mis sueños.

Indicaciones para aprender a cerrar la boca

Viscerales y compactos. Usualmente y en desprevenidas ocasiones nos ausentamos, pero cierto día nos condenó el ambiente. Y esos niños que escriben en el cielo ya nos dijeron todo. Que lindo sería que el viento nos elevase y los ángeles nos brindasen la inocencia.
Elementales al suceso, caímos en la cuenta de todo es para nosotros siempre y cuando nos asegure el optimismo. Curtidos en la generación del sexo, nos divertimos contando nuestras multas como sucesos, y los pelos y dientes que como trofeo hemos adquirido.
Habíamos hecho la mita con los que cantan guazadas. Intentábamos entender el porque de los adelantos y nos maravillábamos con la cosa mostra. Y estaba bien, pero nos obligaron a contarles los detalles a posteriori.
A partir de ahí entendimos que empatamos con derecho y con bronca, pero saber hacerlo es ser inteligentes.
Cultivamos el gen que permitiannos todolo explicar, con razones justas para nosotros, con posibilidad de palizas increíbles. Con un “no se” que generaba motivos para seguir inmersos, con una duda que se llenaba de consuelos.
Y al que te diga que sabe de que se trata, desconfíale. Al que se halla superado, por armas tener, a afrontar el cosmos con un chiste, a ese esquivalo.
Hacete de tu poemas y de tus canciones, anotátelas en un recuerdo, intenta contárselo a los pájaros, y procurá seguir en el intento.

De postre: Sandía con vino

Automáticamente soy tan vulnerable que me identifico con todo para no salir tan lastimado. Me impongo penitencia por querer ser como soy y querer ser un poco como ellos. Por entender las razones que me destacan y que me condenan, y por no tener la entereza para poder defenderlas como quisiera.
Ahora saco conclusiones de porque estoy tan errático buscando un camino que seguir, y no es que solo viva creyendo que todos los tontos son los de afuera. O más que errático estoy incrédulo, pues sé que ponerse a la altura de las circunstancias es gastar pólvora en chimangos.
Y en la ignorancia que me desplazo trato de hacerme una cucha que crece y crece, y que no cede siquiera ante las voluntades personales. Esas que me dejan mudo muchas veces porque es mi habilidad, y que producen ese mal sabor de boca, ese garzo que da ganas de escupirlo.
Pero comprendí ahora mismo lo que es estar loco y creer que estamos cuerdos. Entendí que el concepto de aburrimiento está sujeto a palabras decepcionantes, a una meticulosa verborragia que se mide con detenimientos para no cometer errores, pero que es demasiado y alude a describir lo que no hará falta describir nunca jamás.
Por aburrimiento nos volvemos bestias. Por ser bestias nos tomamos la molestia de ser intolerantes.
Pero tratando de alejarme de ellas, de las que soy comodín por una disposición jerárquica, me doy cuenta que no puedo hacer nada para intentar erradicar la intolerancia. Y asumo que cuanto más lejos de unas, estoy más cerca de otras, y ya mismo estar por encima es quizás insuficiente o imposible.
Ahora mismo no puedo pensar de mejor manera un plan para poder escapar. Ahora soy el gusano y me siento con ganas de callar para siempre. Ahora mismo no quiero destacar. Ahora mismo no recuerdo suceso objetivo que me acerque a las bestias. Ahora mismo no logro acordarme si fui intolerante con los intolerantes.
Pero analizando conductas me hago una idea de lo que es actuar con justificativos, habiendo creído encontrar una salida pacífica solo a través de la psicología inversa. Pero así y todo me cuesta destacar, que estar por encima no es para cualquiera.

Tinta china

En plan de olvidando es que reduzco mi itinerario a la libertad que me proporciona su exterioridad al respecto.
Es que quiero, ya precedido de la comicidad que me caracteriza, poder dedicarle una canción que calme todas sus incertidumbres por hacer crecer el fruto de sus virtudes.
Y en el primero de los interludios recordaré como es que nos imantamos. En el último de los abriles recordaré aún como nos quisimos. En la cúspide de mis triunfos me abrigaré de sus encantos. En el candor de su lecho fabricaré y me venderé sincero. Tan luminoso como la leña al fuego.
Y puesto que no puedo ser yo sin vivir al límite el momento, es que le cuento lo que absorbe sin tapujos. Sin tener el menor cuidado en contarle aquello que puedo calmar con caricias. Y que no se trate de injusticias, al respetar de sus intentos, ganarme el merecer de esos momentos.
Y se que quizás no es este el mejor momento para intentar convencerme de que soy una persona distinta. Soy y seré lo que sienta, pero además soy y seré él que lo intenta. Jamás olvidaré su inocencia, y perdurarán en mi memoria sus sentencias. Pues pintaré al óleo su viva estridencia, y juraré verdades con vivencias.

Ella también se cansó de éste sol, viene a mojarse los pies a la luna.

Pálido adolescer

Cantares de un nuevo despertar, queriendo saber que hay mucho mundo detrás de uno, para darse cuenta que hay otro poco, o quizás mucho, por explorar.
Su silueta dibujada en tinta china. Una ingenuidad ceñida por su habilidad con los gestos, aunque apaciblemente consoladora. Una tranquilidad que trae consigo un sentimiento de destreza, quizás forzada a entender un poco mis viejas batallas.
Y me absurdizo a cada momento, ni falta que hace, pero me satisface el poder lucirme sin ser sentenciado por esas lágrimas ya lloradas totalmente congeladas.
Y como si fuera poco, ya que forma parte de la historia de mis colmos, me apresuro a percibir, de tanto en tanto, los sentimientos que me atraen esa mirada ingenua y despistada.
Ya ausente la describo poco, aunque forma parte de un equivalente al arrullo. Sólo analizo mientras escribo cuan confortable me resulta éste momento.
Somos tan descorazonados los inconcientes muchas veces, puesto que dejamos saber cuanto es que necesitamos el perdón, pero somos tan cómplices de lo que nos cuentan, que nos hallamos en la cúspide de lo tenebroso, inculcando incertidumbres apocalípticas a nuestro paso todo el tiempo.
Y ya su pasado borró las señas que la acercaban a lo oscuro de ese pozo. Y en ese escepticismo falso que la protege, planea no poder sentirse en la necesidad de asestar el primer golpe, sin saber acaso lo que por poco pretendo, reflejando en el vivo oscuro de sus ojos, un pasaje ideal que a razón de tiempo quizás sea la historia de otro cuento.
Y me sumerjo a mis dudas, que es ahora lo único que me importa. Pongo en vises mis antiguos desconsuelos. Practico de cerca la verdadera forma del desconcierto que padezco. Mi espada ya está gastada y ya mismo no se entera, que me faltan fuerzas inclusive para levantarla.