La creme de enjuague

Como pescados que somos sonamos a agua que tocado por mojado es igual a hundido. El enojo de los de allá a punto de la pelea mortal, y lo nuestro papel grasé con plasticola multiuso.
Ay que será de mí en el verano si no me puedo sacar la camisa. La mosca en la sopa he de ver si uno de los suyos me toma a la ligera, pues que me queda sino reconocerlo.
Así, cansados de nosotros mismos, es que reconoceremos lo que no sabemos por no reconocerlo. La pérdida de conciencia, la falta de interiores y los suecos sobre la mesa del ceremonial y el protocolo. Viva la falta de conciencia por el idioma y la patria libertadora que todo lo justifica. Vivan nuestros hermanos porque están muertos y justifican una causa que nos merecemos por ley de asueto a lo que desconocemos.
Que hemos nacido bajo la lágrima del hombre que canta bajito, porque lo que tiene que decir es mucho, pero tiene miedo de perder las cuerdas vocales en el intento de vida que lleva, ¿y a ese que le queda? El tatuaje represor y la ruta perdedora. Me pongo la mascara pero no me ajusta, estoy ensoñado y mis discursos, patéticos, son llantos molestos. Yo lloro con cosas pocas, y la poca cosa me tiene podrido.
Un negativo en llamas, ¿dónde quedaron las polaroid de locura extraordinaria?, y no me queda espacio para marcar en la piedra pues ya debería haberla arrojado para romper el cascarón, pero quien esté libre de pecado que la arroje primero. Y ahora estamos encarcelados en la caja que nos muestra, sin más pelos en la lengua, una de las tantas estrategias “intelectuales” de mercaderes sedientos de sangre. Pero yo con la religión no me meto. El culto a la boludez y la boludez del culto mushup. ¿Se acuerdan de Elvis cuando movió la pelvis, del club del clan y la sonrisa de Jolly Land?, bueno revuelva. Pero la figura de siempre no se reinventa, el violento que todo lo detesta y se mantiene atemporal a las modas. Permanece al margen con los puños cerrados, escupe, se cae sin darse cuenta a cada instante y se limpia victoriosa la mancha que lo identifica. Oídos sordos, ruidos negros y pestes vernáculas. Somos traidores, tenemos lo que merecemos. El dengue será el justiciero.