Una Vida Perdida

“No importa el nivel académico alcanzado. Uno es ignorante si no desea ver la realidad en la que nos movemos día a día”

Una soleada mañana de mediados de Julio. La bolsa da en baja en una típica jornada accionaria. Los automovilistas disgustados, al no poder acostumbrarse al nuevo sistema de “Scoring” implementado en la gran ciudad. Las prostitutas regresan a sus cómodos o en el peor caso a sus jaulas, para conciliar un descanso reparar; para luego reiterar al incomodo laburo que gran remuneración tiene. En cambio, Solange comienza su atípica jornada diaria de lucha.
Luego de que su padre, un humilde y muy laburante cartonero, la deje en el hospital de niños; emprende su corto viaje hacia su sector. Cruza montes de oca y llega a las columnas del viaducto que hay entre la avenida y la Estación Constitución. Deposita en una pequeña caja de zapatos desgastada, su humilde y único calzado. Lo hunde en un pequeño pozo (Que ya tiene preparado desde hace meses) y lo cubre con un poco de tierra.
-Es que no me puedo permitirme perder mi único bien personal, así de sencillo- Se dijo ella misma.
Cuando finalizo, cruzo la última calle y avanzo hacia el subte. La caminata sin calzado es una verdadera tortura, pero es la única de forma de conseguir unos pocos centavos más, que lograrían conseguir la cena para toda su familia. Sus enormes callos emergen en su peculiar pie, ya que una niña de doce años no debería calzar treinta y nueve. Llego a la boca del subte, se detuvo y le rezo al dios padre para que la ayude en el día de hoy. Continuo escalera abajo luego de su breve plegaria y se coloco al costado de la ventanilla de pago. A cada persona que avanzara, ella le rogaria un pequeño regalo.
-¿Una monedita por favor?-Dijo, mostrando en su cara la cruda verdad de un sistema económico que solo consigue marginalidad.
Uno a uno, los pasajeros avanzan y Solange repite y repite su suplica. A medida que acumula un pequeño grupo de monedas, se lo cambia a la cajera por monedas mas grandes, es que la empresa necesita el cambio sepa entenderlo. Cuando finaliza su turno (Que es por hora), deberá continuar por los vagones.
La reemplazo un pequeño niño de ocho años. Su remera, con un estampado de los “Power Rangers”, no es más que un montón de jirones entrelazados con hilo, además de la tierra vieja y los rastros de algo que parece ser sangre seca. Sus brazos magullados, quizás por la mayor desgracia de un padre borracho. La observo con los ojos perdidos, ya que jamás tendrá un sueño al cual aferrarse, esa es la realidad, esa es la vida que le toco.
-Ee´ Solange, ya me toca- Dijo con una voz endurecida.
-Bueno, me voy pa´ el subte- Respondió y acontinuación le dirigió una sonrisa apagada.
Solange sabe (Mejor que nadie) que en las ventanillas se levanta mas dinero que en cualquier otro lado. Paso la barrera de seguridad. El policía que protege la entrada ni se fijo en ella, “Solo es una mendiga” de seguro debe pensar. Debía haber cientos de personas, la estación explota a esa hora. Cruzo la mirada con un delicioso pan. Su panza rugió al ver el gran pedazo de alimento que se le negaba por no tener un para de círculos de cobre. Se sentó en las sillas de espera y aguardo a su hermanito.
Juan, no es su hermano, mas bien se diría que es su socio para mendigar. Al tener cuatro años no es más que un pequeño chico desnutrido que le marginan sus derechos. Pero es ligero para cargar y así, hacer creer que es una madre adolescente o incluso, una niña que tiene que hacer de mama por las desgracias de la vida. Luego de diez minutos, se presento Juan.
-Juancito- Dijo con voz de reproche Solange.
-Solcito- Comenzó, luego de una pequeña pausa continuo- Perdona, se me hizo tarde-
-No pasa nada- Dijo con amabilidad y le abrazo.
-Mira ahí viene el subte- Dijo Juan mientras lo señalaba.
-Bueno, vayamos.
Cuando entraron caminaron, Solange no soporta la mirada despectiva de la gente. Quizás logre soportar cuando la observan con tristeza, pero de ahí a odiarla por ser pobre, es lo mas cruel que una persona puede hacer, peor que matar; ya que la están matando al negarle sus derechos de los que muchos se jactan de tener y poseer a mansalva.
-¿Cuanto falta para que arranque el subte?- Pregunto Juan
Solange giro su cabezo y observo que el reloj marcaba “EL PROXIMO VIAJE COMIENZA EN 01:43”
-En casi dos minutos Juancito- Le susurro al oído. En menos de dos minutos, oyeron las válvulas de aire comprimido y las puertas se sellaron.
Ahí comenzaba todo. Alzo a Juan en brazos. Emitió un ligero gemido al impulsarlo hacia la altura de su pecho. Se notaba que había aumentado por lo menos dos kilos o que ella estaba más débil debido a la escasa y mala alimentación que poseía su cuerpo. Cruzo a lo largo la primera fila de sillas. En las que la gente se sienta enfrentados unos a otros.
-Señoras y señores- Dijo con voz chillona, para lograr llamar aun mas la atención. -Quisiera pedirles por favor y si les sobra, una pequeña moneda. No importa el valor que tenga, ya que es para comprarle la comida a mi pequeño hijo. Por favor, una moneda sola, yo les voy a agradecer mucho y ojala que dios los bendiga a todos por su amabilidad.
Avanzo persona a persona con el brazo derecho extendido y la palma de su mano hacia arriba. Recibió unas pocas monedas que con la inflación que hay, no le alcanzaría para el kilo de arroz necesario. Aunque obviamente se acercaba mas al objetivo tan deseado, un plato de comida.
Repitió el proceso hasta que llego la hora de irse, eran las ocho de la noche y había que comenzar el viaje de retorno. Desenterró la caja de zapatos y con el corazón palpitándole por si habían desaparecido abrió la caja. Efectivamente allí se encontraban, su único par de zapatillas. Tomo de brazo a Juan (Que ya se había colocado sus zapatillas) y se dirigieron al lugar del cambio de monedas. Llevaban un total de veinte pesos en monedas de todos los tamaños, parece que suena bien pero se verán que no es tan así. Caminaron durante cuarenta minutos y llegaron a una terminal de ómnibus. Al ser rutina, salio un hombre gordo y barbudo a recibirlos, los hizo pasar a un cuarto. Había dos personas más, un hombre delgado y alto que parecía que nunca terminaba y uno más pequeño pero morrudo; parecían gigantes al lado de ellos.
-Bueno, ¿cuanto nos has traído?- Dijo el mas alto de los tres.
-Esto es todo lo que juntamos- Solange deposito todas las monedas que tenia en una pequeña mesa de madera.
-Veamos como estuvo la cosecha hoy- Le contesto el mismo hombre. Se puso a contar una a una. Al finalizar la miro con frialdad.
-Bueno, conoces las reglas. Veinte pesos con ochenta centavos son diez pesos en billetes- La observo con una sonrisa y saco una billetera. Le entrego un billete de cinco pesos a cada uno y los invito a retirarse. Antes de que Solange cruzara la puerta le propuso un pequeño favor.
-Piba- Solange se volteo- Si queres tener estos otros diez pesos, te puedo ofrecer un trato.
-¿Cual?
-Como ya esta grandecita te lo diré-Dijo y continuo- Si nos haces un pete a cada uno, te entregare estos diez pesos.
Los tres explotaron en risas, pero ese acto no lo hizo bajar al del nivel de broma. Estos tipos hablaban enserio, querían los servicios sexuales que podría ofrecer una niña precoz (Precoz, solo para ellos). Ella ya se había iniciado sexualmente, no seria nada muy nuevo para ella. En las villas, a su edad, la mayoría de la gente se inicio sexualmente e incluso a los catorce, es edad de tener hijos. No le asusta el pedido sexual que le pueden ofrecer, ella es una mujer. Lo realmente asqueroso, es que matarían al hombre que les hiciera lo mismo a sus hijas. Es increíble que los seres humanos seamos seres tan repulsivos, hacemos lo que queremos, pero no queremos que nos hagan lo mismo.
-No gracias, no soy trola. Con esto me alcanza para hoy.
Dio un portazo y salio de esa terrible playa. Caminaron juntos de la mano hasta el hogar de cada uno. Ella, con una leve sonrisa de finalizar el día, luego de una cena que llevaba en sus brazos, podría acostarse, en la misma habitación que sus otros nueve hermanos, y soñar con los lugares que jamás visitara y con ser la persona que el sistema le niega (Una abogada, una actriz o su sueño una doctora). Por que el sistema no acepta cambios, unos pocos son ricos y muchos son pobres.