Planeta rock

Humildad, el descargo de la intolerancia, ya me calle y vamos por más.
Completamente oculto me quiero volver hombre, en serena disputa con los acordes típicos, asumiendo la pauta de vivir y dejar vivir.
Caminando lento me ahogo en una presentación a escala, es decir un primer intento de ver como planeo mi próximo cambio para seguir siendo yo, el mismo de siempre es otro envase modal. Siempre fue así, jamás tuve que esperar a que nadie me diga como tengo que accionar los botones. Fué mi propia voluntad, que me hizo caer un centenar de veces para repetir el proceso, la que me dictó lo que les estoy contando.
Aunque en todo caso me disponga una medida de necesidad a los ultrajes de la incapacidad, yo me autoimpongo un método práctico que consiste en ser aceptado en primera instancia, y a ser echado en segunda. Pero con salvedades, sabiendo que palanca bajar para pasar al siguiente portal.
Y aun así vos pensas que yo no te quiero, pero no es sino que no me sirve tu compañía, tardar más en reconocerlo favorece a mi impuntualidad para saborear otras lenguas nuevas y en mayor medida atractivas. Pero no te culpes, después de todo no es una cuestión de intolerancias ni conciencias, sino una cuestión de plazos. A todos nos toca, a todos nos pasa, todos lo hacemos y todos sufrimos porque no nos gustan los cambios, no nos gusta que nos hagan lo que nosotros no podemos evitar hacer.
Y me planteo un sinfín de oportunidades basadas en mis propios sentidos, una puerta al mundo desconocido en donde el hablar sea innecesario, donde el meditar sea costumbre y donde la experiencia sea el motivo de vida.
Pero mi propio calvario se desvanece de pronto con un par de caricias sufridas cuando las alcanzo. Y entonces me pregunto, donde encuentra mi pluma el pulso necesario, donde me libera la suerte y las ganas de hacer las cosas bien a menester de aprobación, si me la paso esquivando las caras de los que intentan saludarme y que se deprimen e intentan comprenderlo como si yo pudiera dar, aunque sea, resumidas cuentas amistad. Como me sumerjo en mis imágenes si a cada día que pasa busco perfeccionar eso que busco para que nunca se vuelva realidad y seguir condenado a vivir de consuelos. Vos sabes muy bien que yo me muero por saberlo.