El pop suave de mi vida

En el día de hoy me toca hablar de los sentimientos, y quizás quede muy de manifiesto mis descripciones personales, pero es a fin de aclarar mis problemas que escribo estas líneas para ustedes.
Últimamente siento que soy llamado para representar una vanguardia. De lo que no estoy seguro es de que se trata, pero aquella búsqueda se simplifica muy bien artísticamente, pues que faceta es más liberadora que el arte.
En el orden jerárquico de mis sentidos, lo cómico pasó a segundo plano ya, debido a que perdí parte de la humorada que me caracterizaba. Me cuesta hablar, y los silencios son ya de redonda, me hallo rebelde a las nuevas formas, y estoy cercano a aquellos dibujos que representan un estándar que hoy es atractivo estéticamente, debido en parte a que es de fácil compresión estilística.
Pero lo cierto es que, en mi inseguridad, me da miedo explorar ciertos campos, un poco porque intento hacerme intachable.
En los felices días de mi existencia, la búsqueda de texturas se ha ampliado notablemente, y ya no se que soy, si un religioso de la penumbra musical o un behavourista estúpido, que inescrupuloso escribe líneas en un cuaderno para analizar a quien tener como amigo.
Y aquí se resume lo trágico de mi existencia, puesto que al acercarme a una persona, con el calvario que eso implica para mí, sumando mis miedos y sutilezas, lo hago reflejándome idiota en sus ojos, y eso no me ayuda. A todos ellos los escucho hablar, siempre, de mí a mis espaldas, y no es que peque de egocéntrico, sino que me traumatiza el hecho de no ser una persona apta socialmente, un poco suscribiéndome a eso de volverme intachable.
Aquella extraña habilidad que tengo, el poder escuchar sus comentarios, me vuelve vulnerable, y hasta el día de hoy he escuchado cosas que quizás nunca hayan sido siquiera pensadas.
¿Es que me estoy volviendo loco, o acaso estoy siendo victima de un complot para volverme un ermitaño de la penumbra musical que anhelo?
Y vuelvo analizar sensibilidades, reflexión posterior, lamento, depresión y llanto. Sigo en la incertidumbre pero me quiebra las alas, sigo creyendo en la paciencia pero me vuelve más inseguro, y mi optimismo se llena de pretextos y vacilaciones, me estanco y me reflejo chiquito, e imagino unas enormes tetas aplastándome la cara.