Indicaciones para aprender a cerrar la boca

Viscerales y compactos. Usualmente y en desprevenidas ocasiones nos ausentamos, pero cierto día nos condenó el ambiente. Y esos niños que escriben en el cielo ya nos dijeron todo. Que lindo sería que el viento nos elevase y los ángeles nos brindasen la inocencia.
Elementales al suceso, caímos en la cuenta de todo es para nosotros siempre y cuando nos asegure el optimismo. Curtidos en la generación del sexo, nos divertimos contando nuestras multas como sucesos, y los pelos y dientes que como trofeo hemos adquirido.
Habíamos hecho la mita con los que cantan guazadas. Intentábamos entender el porque de los adelantos y nos maravillábamos con la cosa mostra. Y estaba bien, pero nos obligaron a contarles los detalles a posteriori.
A partir de ahí entendimos que empatamos con derecho y con bronca, pero saber hacerlo es ser inteligentes.
Cultivamos el gen que permitiannos todolo explicar, con razones justas para nosotros, con posibilidad de palizas increíbles. Con un “no se” que generaba motivos para seguir inmersos, con una duda que se llenaba de consuelos.
Y al que te diga que sabe de que se trata, desconfíale. Al que se halla superado, por armas tener, a afrontar el cosmos con un chiste, a ese esquivalo.
Hacete de tu poemas y de tus canciones, anotátelas en un recuerdo, intenta contárselo a los pájaros, y procurá seguir en el intento.