Rojas y verdes luces del amor

Tiñe de verde tus pasos y escucha como el cansado sonido de mi voz se sumerge con dulzura en tu memoria.
Que haz de recordarme así, tan plenamente enrarecido, pues soy y me siento como el ave que planea y todo lo observa.
Y ahora te veo y no entiendo como tu misma imagen se perfecciona con el andar, y los rojos pasos de mi existencia siempre tan desdichada, no pretenden en lo absoluto romper con las bondades que te sacrifican.
Pero que injusticia es que seas tan hermosa, pues nada en ti parece perturbarse, y yo intento mirarte por solo quererte, e intento quererte por solo adorarte.
La punta de la lanza ya se hace más aguda, y me clava unos ojos inyectados en lágrimas. Ese sencillo modo de operar es lo que me refleja la vida misma a ojos de un tenaz vividor, en la cúspide de todo, tan sencillamente complejo, tan ambicioso como miserable, tan estúpidamente irracional, tan tranquilamente perturbador.
Las luces de nuestros pasos se funden en un color que no comprenden mis ojos, es que me indica que debo dejar que me guíes, o que intentes verme por última vez antes de abandonarme.