Una copa, de lo mejor

Se interpuso ante mí
y sus mariposas que vuelan
a instantes percibí
corazones que hielan,
como ocasional compañera
la soledad encarcela.
Se habrá visto anhelada
su inocencia desabrigada,
brillos, eco de audiencias,
interminable impaciencia,
pasiones fulgurantes
miradas dominantes.
El espíritu salvaje
esas noches fugases,
semblantes descoloridos,
felicidades sin motivos.
Los tumultos se afloran,
la perdición se añora,
y la insensata denuncia,
esa flor de astucia.
Fue elocuente primero
y sus médanos de fuego.
Mi tumba añorada,
descubrí con la mirada.
Los olores de mañana
recordaron la ajetreada.
El carente desconsuelo
de otro casual recelo.